viernes, 25 de febrero de 2011

Ofensas a los militares

Ofensas a los militares 1

feb24
Gen Carlos Peñaloza 
 *** Quienes ofenden a la Fuerza Armada son quienes  proclaman lealtad a un proyecto político, exponiendo con ello la dignidad del uniforme a críticas que son normales cuando de símbolos políticos se trata.
 El Presidente de la República ha ordenado a sus conmilitones que todos a coro salgan a protestar contra las ofensas a que está siendo sometida la Fuerza Armada. Tanto el presidente como sus seguidores están equivocados en su apreciación. Los militares venezolanos no están siendo criticados públicamente. A quienes se critica es a los políticos en uniforme que ponen en ridículo a la institución cada vez que abren su boca.
La reacción crítica ante el grotesco discurso pronunciado por el general Henry Rangel Silva en Ciudad Bolívar, es justificada y previsible en una democracia. En esa alocución el agresor fue el general que agredió a todos los venezolanos y en particular a la Fuerza Armada. La falta de respeto comenzó con un hecho formal que indica el desprecio de Rangel hacia los asambleístas electos por el pueblo, cuando el expositor ni siquiera se quitó la boina para leer el discurso. Aparte de ese gesto que indica hasta una falta de educación inaceptable en un alto oficial, en su pedestre perorata  ignoró el hecho de que portaba uniforme, actuando como un activista político en claro irrespeto a su condición de militar. Finalmente, hubo irrespeto a la Historia cuando censuró las palabras de nuestro héroe máximo al ocultar sus rotundas admoniciones cada vez que Bolívar planteó lo dañina que es la ambición de mandar a perpetuidad. Esta serie de ofensas las llevó a cabo el enviado de Chávez con la más absoluta impunidad, a la luz del día, en un acto público, ofendiendo su condición de militar y violando alevosamente -una vez más- la Constitución nacional.
 Puesto que como militar retirado sigo fiel a mi juramento de defender la Carta Magna, me considero obligado a expresar mi repudio ante tan vergonzosa actuación. Así lo hice por escrito la semana pasada, en cumplimiento de mi deber. Así lo seguiré haciendo cada vez que algún militar en servicio activo salte al ruedo político, del lado que sea.
Los militares que actúan como políticos deben ser considerados políticos y han de serle retiradas las prerrogativas que tienen como custodios de las armas de la república. Cuando hablan “en político” se coloca en el terreno de los políticos, sujetos a cualquier crítica.  No pueden tener la protección contra ataques públicos que a los militares se les otorga en compensación por la limitación que para defenderse tienen como ciudadanos a quienes por estar armados no se les permite  deliberar, y por tanto no pueden entrar en polémicas políticas. Alguien que proclama  estar casado con un proyecto político, amenazando a los ciudadanos de oposición con un desconocimiento armado de su voluntad si esta prevalece en las elecciones, que cierra sus discursos con un patético “Patria o muerte”, es un activista político por donde se le mire, y de hecho renuncia a las prerrogativas del militar, puesto que asume los riesgos del político, quien está expuestos a ser criticado y atacado por sus actuaciones públicas y privadas.
 Los políticos disfrazados de militares deben quitarse el antifaz y el uniforme que mancillan junto con su juramento. Los ofensores son ellos, políticos disfrazados de militares.
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